El universo Tragaluz

El periódico El Espectador publicó el viernes pasado un artículo sobre nuestra editorial. En él cuentan cómo comenzó este amor por los libros, y cuáles son los principios que nos caracterizan. Lo compartimos con ustedes, a quienes debemos cada logro que conseguimos. ¡Saludos desde Tragaluz y felices lecturas!

Por: Santiago La Rotta

El primer trabajo de Tragaluz Editores fue el catálogo de ventas de la empresa de champiñones ubicada al lado de la oficina de la editorial, en Medellín. Era 2005.
En ese mismo año, la empresa realizó proyectos para una biblioteca pública de la ciudad y para la Universidad de Antioquia.
Los pocos amigos a los que consultaron Pilar Gutiérrez y Juan Restrepo les dijeron, en coro, que “ni de fundas” se les ocurriera meterse en un negocio tan difícil.
Difícil, eso puede ser un punto de vista. El primer libro fue uno de poemas, con ilustraciones: poemas ilustrados. El autor, Jaime Jaramillo Escobar. El ilustrador, José Antonio Suárez Londoño. La edición corrió por cuenta de Tragaluz que, con ese grito de batalla, arrancó una obra que ocho años después marcha a un ritmo propio, en contra de las tendencias del mercado y del evangelio que promulga el apocalipsis del libro.
Primero fueron 200 ejemplares, destinados en su mayoría a promocionar la editorial y que terminaron por acabarse prontamente. Hoy, el título va por la cuarta reimpresión y suele estar agotado. “Una maravilla editorial”, dice un librero acerca del volumen, que terminó por llamarse Tres poemas ilustrados. Simple.
Simpleza, una portada roja (idea de Jaramillo Escobar), pocas letras en la carátula, algo sin demasiados aspavientos ni pirotecnia. En general, el arte que invoca Tragaluz es un asunto que progresa a una velocidad relativa, una suerte de dimensión alterna en la que el afán y la inmediatez son necesidades sometidas bajo la posible premisa de que la belleza toma tiempo y espacio y suele encarnar en cuerpos y formas inesperadas.
Libros para leer, por supuesto. Libros para ser tocados, también. No braille, sino objetos deseables, incluso poderosos.
En 2007, Gutiérrez y Restrepo, los editores, pasaron un par de días en Barranquilla convenciendo a Meira Delmar, la poeta, para que publicara en Tragaluz una serie de poemas que saldrían bajo el mismo formato utilizado en el proyecto escrito por el autor antioqueño. La escritora firmó el contrato a ciegas, pues ya había perdido la visión, pero pudo tocar el libro de Jaramillo Escobar.
Al año siguiente, 2008, Tragaluz ganó el Premio Nacional Lápiz de Acero, en el área editorial, por Débora Arango, cuaderno de notas, proyecto de Santiago Londoño Vélez que se convirtió en la tercera publicación de la editorial. El año anterior, Tres poemas ilustrados se había alzado con el mismo reconocimiento.
La investigación acerca de la pintora colombiana fue una pausa, si se quiere, en las publicaciones de poesía, que volvieron a aparecer bajo la forma de poemas ilustrados, en 2008, con textos de Giovanni Quessep e ilustraciones de Mario Vélez. Este libro y los demás mencionados se encuentran agotados.
[…]
Termine de leer el artículo en el sitio web de El Espectador: http://bit.ly/UIfqXY

El artículo fue portada el pasado viernes 1 de febrero: un honor para nosotros.
Mediavuelta
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