Entre el 19 y el 22 de marzo de este año se realizará la Feria del Libro para Niños de Bolonia, en Italia. Seis editoriales colombianas hemos sido patrocinadas por Proexport para representar al país en el evento, reconocido como el más importante en el sector de la Literatura Infantil y Juvenil a nivel mundial.

A propósito de nuestra presencia en esta Feria, queremos proponer una conversación sobre la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ), y lo que gira alrededor de ella.
Antes de seguir, les proponemos un ejercicio breve. Abran los ojos de la memoria y contemplen sus primeros libros. ¿Recuerdan cuál fue ese con el que aprendieron a leer? ¿O aquel que tenía ilustraciones que robaban por horas su atención? ¿Dónde están hoy los libros que más querían cuando eran niños? ¿Han pensado cuánto les deben, cómo los definieron?
El recuerdo de las fascinantes lecturas de la infancia debe ser para cada uno de nosotros una bendición, dice Marcel Proust en su ensayo Sobre la lectura. En ese escrito, con la virtud evocativa de su prosa, recrea los momentos en que siendo niños nos aislábamos en el silencio y nos entregábamos a las palabras e ilustraciones del papel.

De esas lecturas originales nos queda el recuerdo de los días y lugares en que las tuvimos, porque fueron puntos de partida para una nueva relación con el mundo. Es imposible seguir siendo los mismos después de haber recorrido a solas un bosque, de irrumpir en la casa de la bruja, de cruzarse en el océano con los piratas, de habitar el vientre de la ballena, de pasar dos años de vacaciones en una isla con los amigos. La realidad se transforma con cada libro, y esa experiencia difícilmente la olvida un niño.
La importancia de la lectura en la vida espiritual de una persona, se traduce en responsabilidad para el editor. Al hacer libros infantiles somos conscientes de que serán compañía para que un niño descubra el mundo. Tanto el texto como las ilustraciones deben propiciar el encuentro entre él y los matices de su realidad. Aprender a leer es aprender a sentir, y un buen libro para niños es un instrumento que pule esa sensibilidad.

Pretendemos que los libros que editamos sean objetos entrañables. Que sean tan bellos, tan especiales, que permanezcan en casa. Queremos que el diseño le diga al niño que lo que tiene en sus manos es importante, como el cofre de un tesoro, y que nuestra pasión al editar, provoque su pasión al leer.
Llegaremos a Bolonia con el trabajo que hemos hecho en seis años. Será una buena oportunidad para mostrarles a los compradores más exigentes eso que nos gusta hacer: libros que son compañía en las estancias de ese viaje que es la vida.
Mediavuelta
Tragaluz editores S.A.
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